Francisco Ferrer. ¡Viva la Escuela Moderna!: memoria, justicia y pensamiento crítico en La Abadía

Dónde verla

Lugar: Sala Juan de la Cruz, Teatro de La Abadía (Madrid)
Fechas y horario: De martes a sábado: 19:00 h Domingos: 18:30 h
Duración: 1 hora y 45 minutos
Texto: Jean-Claude Idée
Dirección: José Luis Gómez
Reparto: Ernesto Arias, Jesús Barranco, David Luque, Lidia Otón
Producción: Teatro de La Abadía

Una lección de historia y pensamiento en escena

El Teatro de La Abadía acoge Francisco Ferrer. ¡Viva la Escuela Moderna!, un montaje que recupera la figura del pedagogo y activista Francisco Ferrer Guardia, ejecutado en 1909 tras un proceso judicial tan confuso como decisivo para la historia contemporánea española. La obra, escrita por el dramaturgo belga Jean-Claude Idée y dirigida por José Luis Gómez, convierte aquel juicio en un espejo sobre los límites de la justicia, la educación y el poder.

El texto se estructura en torno a las entrevistas entre Ferrer, el juez instructor militar y su abogado de oficio, entrelazadas con los testimonios de su esposa, una de sus discípulas y su hija menor. De este modo, ¡Viva la Escuela Moderna! se despliega como una polifonía de voces que oscilan entre lo íntimo y lo político, entre la pasión pedagógica y la represión institucional.

José Luis Gómez —fundador de La Abadía y uno de los grandes nombres del teatro español contemporáneo— vuelve a la dirección con un proyecto profundamente coherente con su trayectoria. Desde la creación del centro en 1995, Gómez ha cultivado una línea escénica comprometida con lo didáctico y lo divulgativo, apostando por textos que invitan al pensamiento. Esta producción encarna, de manera casi literal, esa misión: convertir el teatro en aula viva de reflexión colectiva.

Imagen de Teatro La Abadía

El mito y las preguntas: Ferrer Guardia bajo juicio

“Francisco Ferrer ha resultado siempre una figura intrigante”, apunta la sinopsis oficial, y la obra se encarga de sostener esa intriga desde el primer minuto. Ferrer fue un millonario subversivo, fundador de la Escuela Moderna, pedagogo libertario y, a ojos del poder, un peligroso agitador. El espectáculo de Gómez no busca dictar sentencia, sino abrir las grietas del relato histórico: ¿era realmente un anarquista? ¿Participó en atentados contra Alfonso XIII? ¿Fue un mártir o un ideólogo radical?

La dramaturgia no pretende resolver las preguntas, sino amplificarlas. La escena se convierte en un tribunal simbólico donde también el espectador es interpelado, obligado a juzgar, dudar, recordar. En un momento histórico en el que la memoria colectiva parece desdibujarse, Francisco Ferrer. ¡Viva la Escuela Moderna! emerge como una advertencia sobre la fragilidad de la libertad de pensamiento y el valor del disenso.

Crítica: un teatro necesario para no olvidar

La nueva producción de La Abadía es, ante todo, una obra necesaria. No solo por su rigor histórico o por la calidad interpretativa de su elenco, sino por su capacidad de incomodar al espectador, de colocarlo frente a la injusticia y dejarlo sin certezas. Durante la hora y cuarenta y cinco minutos que dura la función, se genera un clima de tensión constante: preguntas que no se responden, gestos que delatan la duda moral, silencios que pesan más que las palabras.

El cuarteto formado por Ernesto Arias, Jesús Barranco, David Luque y Lidia Otón sostiene la pieza con precisión y entrega. Sin embargo, destaca especialmente Lidia Otón, cuyos monólogos en solitario son de una belleza desgarradora. Su interpretación combina vulnerabilidad y firmeza, y consigue que cada palabra resuene con una verdad incómoda y humana.

Gómez plantea un teatro que no adoctrina, sino que educa a través de la duda. El espectador sale con la sensación de haber asistido a una clase magistral sobre la libertad y la memoria, pero también con la urgencia de revisar su propio papel en la sociedad. En tiempos de olvido acelerado, ¡Viva la Escuela Moderna! recuerda que recordar también es un acto político.

Valoración: ★★★★☆ (7,5/10)
Una obra rigurosa, comprometida y accesible, especialmente recomendable para públicos jóvenes. Teatro que enseña sin moralizar y que invita, desde la emoción, a pensar por uno mismo.

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