Los demonios, la obra más visionaria y brutal de Fiódor Dostoievski, en una versión dirigida y adaptada por Emilio Palacios. La frase que atraviesa el texto —“Si Dios no existe, yo soy Dios”— sirve de eje espiritual y moral de una propuesta que revisita el caos ideológico y emocional de una sociedad al borde del abismo.

Una tragedia satírica sobre el fanatismo y la deshumanización
Dostoievski escribió Los demonios en 1872 como un retrato implacable del fanatismo político y la pérdida del sentido moral. En esta versión, Palacios actualiza su fuerza profética para hablar de los radicalismos de hoy: la polarización, la manipulación ideológica y la violencia social como síntomas de un mundo que se devora a sí mismo.
“El texto de Dostoievski nos muestra cómo las ideas, desprovistas de misterio y lazos espirituales, pueden convertirse en demonios que nos poseen”, explica Palacios. “Es una obra que duele por su vigencia. Nos obliga a mirarnos en ese espejo incómodo que sigue reflejando nuestra ceguera contemporánea”.
Una puesta en escena coral y contemporánea
El montaje reúne a un elenco diverso que combina trayectorias emergentes y consolidadas, en un ejercicio coral que encarna la polifonía moral del texto original. En escena, Emilio Palacios, Elio Toffana, Teresa Riott, Asaari Bibang, Irene Ropero, Álex Céspedes, Janick, Richard Holmes y Ana Peinado dan vida a personajes arrastrados por la duda, el deseo de poder y la necesidad de fe.
El joven aristócrata Nicolás Guín, el intrigante revolucionario Pedro Berkin, el nihilista Kiril o la misteriosa María Lebián representan la lucha entre fe, fanatismo, violencia y esperanza, los ejes centrales de una historia que nunca deja de resonar.
Una lectura actual del mal
“Los demonios” es mucho más que una obra sobre la violencia. Es una invitación a revisar nuestra relación con el mal y con la responsabilidad individual. Dostoievski, que fue condenado a muerte por terrorismo y salvado en el último instante, conocía en carne propia los abismos que describe. Esa experiencia vital impregna el texto de una autenticidad estremecedora.
Como señala Palacios: “El talento de Dostoievski mira al progreso por fuerza, pues de él emana no solo una crítica aguda al poder patriarcal, sino también un diagnóstico de cómo cada uno nos posicionamos ante ese mal y cómo luchamos con él”.
La propuesta no busca reconstruir el siglo XIX, sino trasladar su diagnóstico al presente, a un tiempo donde los discursos extremistas y el desencanto vuelven a imponerse. En palabras del propio equipo:
“El mundo arde, pero huele a jazmín. En la habitación más oscura y desesperada de un alma humana, pese a todo, la vida sigue latiendo.”
Una oportunidad única para redescubrir a Dostoievski
Esta adaptación de Los demonios es, en definitiva, una oportunidad para reencontrarse con la potencia visionaria de Dostoievski, cuya obra, más de un siglo después, continúa cuestionando los cimientos morales del ser humano.
Con una puesta en escena sobria, intensa y contemporánea, Emilio Palacios ofrece una lectura tan rigurosa como emocional del clásico ruso, subrayando su relevancia en tiempos de incertidumbre.
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